El fin de semana pasado tuve un amigo me propuso salir a correr por una zona que hasta ahora desconocía y por la que, sin duda, repetiré siempre que me sea posible. Se trata de lo que llaman en la sierra de Madrid, como “Silla del Príncipe” o también denominada Silla de Felipe II.
La historia cuenta que, desde este lugar, el rey Felipe II vigilaba las obras del Monasterio de El Escorial, que duraron más de 20 años. Y no le faltaba razón al escoger esa superficie granítica para hacer esta vigilancia, ya que no pueden ser más bonitas las vistas a las que se accede desde este privilegiado sitio.
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